LA MONARQUÍA VISIGODA
Los visigodos, pueblo aliado de Roma y enviados por el emperador de la misma a la península ibérica para restablecer el orden roto por los germánicos, se asientan desde el siglo I d.C hasta el siglo VIII d.C. Establecieron su capital en Toledo y desarrollaron una organización política basada en la monarquía electiva, que llevará a numerosas guerras sucesorias. Este sistema se sustenta en varias instituciones, como la Asamblea de los hombres libres, que poseerá el poder antes de transferírselo al rey; Aula Regia, formada por asesores muy fieles al rey, como obispos o magnates; Concilios de Toledo, que intervenían en asuntos religiosos y civiles. Los reyes más importantes fueron Leovigildo y Recaredo. Leovigildo reinó en el siglo VI d.C y sus medidas más destacadas son la abolición de la prohibición de matrimonios mixtos, el intento de integrar a los hispanorromanos en la administración y de establecer una monarquía hereditaria, aunque esta centralización fracasó por sublevaciones; sin embargo, lo más importante durante el reinado de Leovigildo fue la unidad político-territorial que consiguió tras incorporar el reino de los suevos, integrar los pueblos del norte peninsular y expulsar a los bizantinos mediante campañas. Recaredo, que reinó tras el siglo VI d.C (solo 15 años), destaca por haber conseguido la unidad religiosa con el catolicismo tras el III Concilio de Toledo, lo que lleva a una alianza entre Iglesia y monarquía acompañada por la prohibición del arrianismo y la persecución de los judíos.
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